El lado oscuro de los White

Liliana López León y Servando Ortoll, "El lado oscuro de los White". En Estudios sobre Sonora 2010: Instituciones, procesos socioespaciales, simbólica e imaginario, 209-227, editado por Eloy Méndez y Alejandro Covarrubias. Hermosillo: Universidad de Sonora, 2011. ISBN: 978-607-8158-48-5.

Este artículo, que coescribí con Liliana López León, para citar a Eloy Mendez, trata de "una historia singular ocurrida durante la segunda posguerra en Guaymas, donde una mujer norteamericana 'blanca' fue prostituida por su marido 'negro', también norteamericano [...]". En palabras de Eloy, nosotros, los autores, antecedemos el ensayo "con la semblanza del contexto de época, luego la [reconstruímos] basados en la consulta de archivos y en una estrategia narrativa hilvanada desde la detención de la pareja en el puerto hasta su traslado a Estados Unidos, una trama que permite asomarse al tejido jurídico binacional, normas, valores y moral social".

En la siguiente sección aparecen los dos primeros párrafos del artículo.

Cuando hablábamos gorostieta

Hace más de 25 años, según pasaba una temporada de campo en Los Altos de Jalisco (desde Atotonilco hasta San Miguel El Alto) en franco estudio de la rebelión de los cristeros, conocí a personas inolvidables que, ahora lo lamento, dejé de ver por cambiar bruscamente el enfoque de mi tesis de doctorado. Recuerdo en las páginas que siguen al cura J. Jesús González y a don Luis Valle, así como al general cristero Enrique Gorostieta, cuya evocación a todos nos unió, durante meses.

Rescato estas líneas que rememoran al general por varias razones: no la menor que ahora, como personaje de Hollywood, apareciera como el individuo que de él pintó Heriberto Navarrete errónea y maliciosamente: la de un agnóstico que, sobre la marcha, se convirtió al catolicismo. Nada más alejado de la realidad: una realidad que Martha Elena Negrete rescató y plasmó en su tesis de licenciatura en la Universidad Iberoamericana y que ahora pertenece a la ficción oficial de los hechos.

Enrique Gorostieta fue muy querido en Los Altos de Jalisco. Las muchas horas que pasé conversando en la vieja y desvencijada pick-up del cura González, frente a su parroquia, en San Francisco, cerca de Atotonilco, las dedicamos al general: "gorostieta", con minúscula, se convirtió, para nosotros, en idioma común que compartimos cada vez que nos veíamos. Nosotros ya no hablábamos de él, del general: hablabamos él, como lingua franca para rememorar la cristiada y a los cristeros que lo custodiaban el dia fatídico en que cayó emboscado.

El cura Gonzalez conoció a varios cristeros que acompañaban ese día al general, y todos estaban convencidos --hablé con dos de ellos-- que no fue coincidencia que los soldados llegaran a la hacienda del Valle, donde el general se curaba de una infección en los ojos. Nunca dudaron sus acompañantes que su querido líder nato fue traicionado. 

Stephen King à la carte

 

A finales de 2001, mientras vivía en Washington, D.C. como becario de la Fulbright, leí el libro que comento. Mi reseña original la publiqué en la revista Culturas Contemporáneas, de la Universidad de Colima. Ésta es una versión más pulida de mi recensión original.

Plaza y Janés publicó una traducción al español de esta obra (con tres prólogos y un currículum incluido), y la tituló Mientras escribo.

 

Juárez, la ciudad

 

Una revista electrónica de mi universidad publicó este ensayo. Fueron tantas e incomprensibles las erratas que hube de quejarme. Hasta donde sé, nadie corrigió la versión que aquí presento y que circula por otras rutas de la web.

Dos de las mujeres de las que hablo --Oralia Palos y la persona que trabajaba en la casa de cambios-- ya salieron de Juárez. Pero Juárez, la ciudad más palpitante del noreste mexicano, persiste. Y ésta es la historia de lo que vi y viví.

 

 

Pages

Subscribe to Servando Ortoll RSS

Todos los derechos reservados © 2022 - Servando Ortoll | Contacto